Atrapados en una realidad que nos supera, en un mundo lleno de personas desconocidas, en medio de todo y de nada al mismo tiempo, así caminamos por la vida en busca de aquellos sueños que nos motivan a seguir adelante, tratando de convencernos a nosotros mismos de que todo esta bien, que nada será en vano, que en algún momento alcanzaremos esa felicidad añorada, hacemos todo esto mientras tratamos de encontrarnos a nosotros mismos también.
Llegaste en una encrucijada a mi vida, en el momento en que más dudas sentía, y de alguna manera me inspiraste a tomar las decisiones correctas, fue esto quizás lo que me hizo enamorarme de ti, no tenía sentido lo sé, tu nunca me declaraste tu amor o me insinuaste nada, pero en ese momento te veía como mi salvador, como mi compañero, como a un cómplice que era capaz de jugársela conmigo, y ¿Qué más puede pedir una mujer a la vida que un compañero así?
No era necesario llevar lo nuestro a una relación de enamorados, pero ambiciosa como siempre, no quiera conformarme con tenerte como amigo, quería conocer más de ti, quería escudriñar bajo tu ropa hasta conocer todos tus secretos, quería que lo nuestro fuera aun más grande, incluso me atreví a pensar que podríamos estar juntos toda la vida.
Pero justo cuando estaba por declararte mis sentimientos me contaste que tenías novia y que estabas perdidamente enamorado de ella, que sentías miedo, que no sabías como acercarte, y quise devolverte el favor y darte mis mejores consejos, y como era de esperarse todo salió bien, y es que la mitad del trabajo estaba hecho, eres un hombre lleno de virtudes y comprometido, solo necesitabas encontrarte con alguien que supiera valorarte y al menos eso tenía aquella mujer de la que te enamoraste, porque supo darse cuenta de lo afortunada que fue al encontrarte.
Pero me he vuelto demasiado egoísta y arrogante, porque ya no soporto verte entre sus brazos, ya no puedo mirarte besándola, abrazándola y algunas veces sufriendo por ella, llegué a un punto de mi vida en que no se como continuar siendo parte de tu vida sin hacerme miserable a mí misma.
Y es que sé que tú eres un hombre demasiado bueno para mí, sé que no te merezco y a pesar de que aprendí a verte como ese amor que nunca sería mío, no logro encontrar la resignación suficiente para dejar este sentimiento, ya no puedo ser una buena amiga tuya, he fallado, porque ahora mismo verte feliz a su lado hace que me arda el pecho del dolor, lo siento, pero tengo que irme, al menos hasta que sea capaz de aceptar por completo que siempre estarás entre los brazos de alguien más.
Autor: Chivy