Desafortunadamente los hijos llegan sin el instructivo en la mano, y cada uno tiene una forma propia de entender y debe de ser guiado de forma distinta a los demás, es mayor reto como padres el entender rápidamente sus fortalezas y debilidades, dirigirlos por un camino que les enseñe como salir adelante por ellos mismos pero sin abandonarles, hay un equilibrio muy delgado entre sobre protegerles y dejarles de lado, ser madre sin duda ha sido el mayor de los retos que en la vida me he enfrentado, y aunque hayamos tenido primos, hermanos o sobrinos, nada de eso nos prepara para el verdadero reto de educar a nuestros hijos por nosotros mismos.
Son muchos los errores que podemos cometer con ellos, y aunque es normal equivocarse hay que descubrir rápidamente en que estamos fallando para retomar el camino correcto, porque reaccionar tarde puede traer un daño permanente en su psiquis, y puede ser que les dejemos una marca para toda su vida si no somos capaces de cambiar el rumbo cuando nos hemos equivocado, no puedo ni siquiera contar la cantidad de veces que me he equivocado y lo peor de todo es que siempre que lo hacemos creernos estar haciendo lo correcto, y aunque nuestra intención real sea buena muchas veces terminamos haciéndoles daño.
Es normal querer lo mejor para nuestros hijos, y en ese punto es donde a veces cometemos los peores errores, tenemos que preguntarnos ¿lo mejor para quién?, porque es muy probable que nuestra idea de bienestar venga precisamente de nuestras propias concepciones sobre lo que debe de lograr nuestro hijo, y un noble sentimiento como el decir “no quiero que a mi hijo le falte lo que me falto a mí”, puede convertirse en una manipulación de lo que el realmente desea ser o hacer con su vida, ya que no necesariamente las cosas que para nosotros son importantes lo serán para él, así que a pesar de que nuestras intenciones sean las mejores podríamos terminar frustrando las vidas de nuestros hijos.
Debemos entender que nuestros hijos tienen sus propios sueños, que ellos mismos deben fijarse sus propias metas, que ellos no tienen la obligación de ser aquello que nosotros tanto deseamos y que por alguna u otra situación no pudimos ser, tampoco tienen la obligación de seguir nuestros pasos, y probablemente existan muchas cosas que a nosotros nos gusten y a ellos no y viceversa, pero nuestros hijos a pesar de ser unas pequeñas personitas merecen el respeto de un ser humano, merecen cometer sus propios errores y ya nosotros les ayudaremos a levantarse si lo creemos necesario, merecen forjarse un destino propio alejados de la influencia de nuestros propios sueños, si tienes una meta incumplida tienes todo el derecho de intentar lograrla de manera personal, pero nadie debe imponerle un destino a sus hijos, que en realidad no son nuestros como tal, son personitas que nos acompañaran una parte de nuestras vidas y después se irán a forjar una vida propia con alguien más.
Autor: Sunky