Debo admitir que nunca me sentí tan complementada sexualmente con alguien, nunca me sentí tan satisfecha, nunca sentí que me quemaban las manos de alguien, nunca me sentí así hasta que te conocí, en tus manos era como la cera, me derretía con el calor de tu toque, me convertía en esclava del deseo, de la pasión, y te convertiste en una adicción a la que me encantaba sucumbir, te convertiste en aquello que deseaba tener todos los días, y cuando estábamos juntos el tiempo volaba, las horas se convertían en minutos y no podía soportar tener que esperar de nuevo hasta el siguiente encuentro.
Recuerdo que fantaseaba con poder detener el tiempo para poder amarnos infinitamente, para poder permanecer fundidos el uno del otro, para no tener que separarme de ti, me encantaba como hacíamos empañar los cristales de la habitación, me encantaba que termináramos bañados en sudor, me gustaba escuchar esos latidos de nuestros corazones que parecían tambores, esos corazones que parecía que saldrían de nuestro pecho, me encantaba escuchar tu respiración apresurada tratando de conseguir un poco de oxígeno, si es que algo había quedado después de la combustión de nuestros cuerpos que se frotaban a toda velocidad.
Y aunque dicen que nada es para siempre, pensé que lo nuestro duraría muchísimo más, porque ambos buscábamos cualquier pretexto para escaparnos a nuestro escondite de amor, para tenernos aunque fuera un momento el uno al otro, me encantaba como el mundo desaparecía cuando nuestros labios se cruzaban, me fascinaba perderme en esa mirada llena de luz con la que siempre me veías, y sobre todo me gustaba pensar que nunca te aburrías de mí, que solo deseabas al igual que yo estar el mayor tiempo posible a mi lado, que solo pensabas en cómo conseguir un momento en el día para poder seguir amándonos.
Pensaba que por fin habíamos encontrado el amor, pensaba que podríamos tener un futuro juntos, y me quedaba sonriendo como una idiota mientras imaginaba nuestra boda y cosas por el estilo, pero de pronto algo nos pasó, poco a poco nuestros encuentros fueron perdiendo emoción, la pasión que tanto caracterizaba aquellos encuentros prohibidos fue decayendo, y sin darnos cuenta comenzamos a vernos cada vez menos, creo que ambos intentamos aferrarnos y revivir esa hoguera que nacía cada vez que se encontraban nuestros cuerpos, pero la verdad era absoluta y arrolladora, algo nos paso que perdimos ese “toque”, esa chispa, esa emoción, y por mucho que nos esforzamos por recuperar aquello que vivimos en su momento, tuvimos que aceptarlo, lo nuestro nunca fue realmente amor, lo nuestro fue pasión pura y dura que solo duro un momento y se extinguió sin darnos cuenta.
Autor: Sunky