La vida me enseño que hay que creer en hecho, no en palabras.

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Todos vemos pasar nuestra vida de forma vertiginosa frente a nosotros, y los días en los que queríamos ser grandes pronto llegan y después el deseo es que el tiempo no pase tan apresuradamente, las 24 horas del día parecen insuficientes, y tenemos que elegir muchas veces entre hacer una cosa u otra, entre la compañía de unos o de otros, porque aunque quisiéramos hacerlo todo la verdad es que sabemos que no podemos, todos cometemos alguna vez el error de confiar demasiado pronto, todos aprendemos por experiencia que no se puede ir por la vida de esa manera, todos lo sabemos y aun así seguimos manteniendo ese deseo latente de creer en las hermosas palabras de alguna persona que recién acabamos de conocer.

Pareciera como si nuestro corazón fuera traicionero, porque se resiste a caer en una lógica correcta, en aprender de sus errores, el corazón es un amante con sed infinita, quiere tener amigos, quiere conocer el amor sin importarle el sufrimiento que viene después, es como un caballo salvaje, hay que tenerle la rienda siempre apretada, porque en cualquier descuido se lanza a todo galope y terminamos con una nueva herida en el alma, porque relacionarse con alguien no es algo que se deshaga fácilmente, somos como esponjas que recogen parte de la esencia de cada una de las personas con las que convivimos, especialmente de aquellas que dejamos entrar en nuestra vida emocional, pero las emociones no nos mantienen a salvo, las emociones se contradicen casi siempre, es por eso que aunque se complique necesitamos tener siempre un ojo avizor sobre lo que el corazón está tramando.

Yo veo al mi corazón como un egoísta de lo peor, no le importan las experiencias pasadas, no le importa el sufrimiento vivido, no le importan las razones el solo quiere sentir amor, y es capaz de ponernos en graves problemas con llenar su sed de sentirse amado aunque sea por un momento, al corazón le van mal los desaires, no le gusta que le rechacen el solo quiere poder experimentar en grande y no discrimina entre buenos o malos sentimientos, porque en los momentos felices se ensancha en el pecho, y en los momentos tristes se aferra como loco a seguir sufriendo, por esto y por todo lo que he dicho antes creo que no se puede perder el tiempo con alguien que no te demuestre todo lo que predica, no puedes poner tus esperanzas en algo que esta propenso a fallar casi al 100%, ya es muy complicado encontrar a alguien que valga la pena y el azar no es un buen método.

Tenemos que hacer que nuestros pensamientos lideren nuestras acciones, debemos anteponernos a nuestros instintos de querer confiar en todo el mundo, de esperar siempre lo mejor de cada persona que conocemos, ser desconfiados en un principio siempre será lo mejor, y aunque esa persona parezca ser coherente entre lo que dice y lo que hace, de cualquier forma es mejor no quitarle los ojos de encima a una posible traición, aunque sea al menos durante unos meses porque los mentirosos suelen cansarse de ocultarse por mucho tiempo, la mayoría se desesperan después de un par de meses y comienzan a comportarse como realmente son, así que es por eso que yo no confío en nadie que no me demuestre con hechos todo lo que me promete, lo aprendí por las malas y ahora lo sé, “más vale pájaro en mano que ver un ciento volar”.

Autor: Sunky