En la vida tendrás dos amores…

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Paulo Coehlo escribió: Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre, puede que el padre o la madre de tus hijos, esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella…

Y dicen que hay un segundo gran amor, una persona que pierdes siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón y te impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Hasta que cierto día dejarás de intentarlo. Te rendirás y buscarás a esa otra persona que acabarás encontrando.

¿A quien no le ha pasado? Que está con alguien que siente amar hasta ya no poder más. Alguien que llegó a tu vida sin esperarlo, simplemente apareció de la nada y de la nada se metió en tu corazón. Alguien a quien no le fue difícil conquistarte y enamorarte y es que eran tan iguales que sentían una compenetración perfecta en el amor.

Alguien que te sacaba mil sonrisas que todo a tu alrededor se pintaba de color. Con quien podías ser tu misma sin caretas ni apariencias, porque el demostraba que tú eras la mejor. Ese con quien hacías mil locuras y es que en su relación desde un inicio nunca pudo existir la cordura, pero eran felices así amándose con gran pasión.

 

 

Ese amor por el que le mentías a tus padres y te escapabas del colegio para estar a solas con él. Quien era tu fuerza y tú sostén. Con el que podías pasar horas y horas y el tema de conversación nunca se acababa y en ocasiones no era necesario hablar, porque todo lo decían con una mirada. Y es que estar en silencio con él era lo mejor, no había mejor sonido que su respiración y su corazón.

Estoy segura que al leer esto ha venido una persona a tu mente. Has recordado lo fácil y sencillo que era quererle sin importar lo complicado que pudiese ser. Has recordado cada detalle. Cada beso, cada canción y su habitación. Aquella en la que pasaron los mejores momentos. En lo que sin duda alguna no había nada más exquisito que recostarte en su pecho y ponerse a platicar de aquellos planes y sueños que fantaseaban juntos poder lograr.

Has recordado que solo él podía destruirte e irónicamente sanarte y es que te conocía como nadie. Solamente con él pudiste entregarte plenamente. Solamente él pudo entrar de lleno en tu mente. Solo con él tenías mil versiones, a veces la alegre, la enojona, la divertida, la amargada, la deprimida, la coqueta y la perversa y es que fueses como sea él te hacía sentir amada, valorada. Solo sus brazos te hacían sentir segura y con él era tan fácil hacer como que se paralizaba el mundo. Las horas a su lado corrían a prisa, con él no era necesario la sombrilla si caía brisa, disfrutabas cada pequeño momento a su lado. Volvías a sentirte una niña y eras dichosa cuando te llevaba por el mundo tomando tu mano.

¿Has sonreído?… ¡le has echado de menos!

Y es que hay amores que aunque se van, se quedan para siempre en nuestro corazón. Aunque se pierdan, para el reencuentro siempre se busca una razón. No importa cuánto se manden a la mierda, el corazón vuelve a insistir y es que un día de repente sin desearlo esa persona se cuela en lo más importante de tu existir. Simplemente le deseas tener siempre contigo, pero a veces son más fuertes las leyes del destino. A veces inclusive cuando todo parece estar perfecto pasa algo que los hace lastimarse, alejarse, perderse. Y he ahí cuando se pone punto final ante todos, aunque en tu corazón siempre haya dos puntos de más después del que todo mundo cree que has puesto.

 

 

Y así transcurrido el tiempo vuelves a ilusionarte e inclusive a enamorarte. Quizás ahora un poco más madura, más adulta. Más consiente de la realidad, ya no tan soñadora pero finalmente vuelves a sentirte feliz y dichosa. ¡Vuelves a entregarte! A compartir mil cosas con la otra persona. Pero aunque vuelves a abrir tu corazón e incluso lo entregas, lo cierto es que solo entregas una parte, nunca lo vuelves a entregar de la misma manera que la anterior y es que una gran parte aun pertenece a él, pese a todos, inclusive muy a pesar de ti. A veces simplemente aunque rehagas tu vida y creas ser feliz, con el simple hecho de recordar algún detalle o de ver alguna fotografía vuelves a amarle y es que hay fuegos que ni con el mar se apagan.

Y es así como rehaces tu vida. Es así como tiene que ser. Levantarte después de caer. Curar tus heridas y abrir nuevamente el corazón, aunque quizás ahora sin perder del todo la razón. Y es que nunca nos debemos de negar una segunda oportunidad, aunque la primera que nos hemos dado no sea fácil de olvidar, te aseguro que algún día le has de ¨superar¨. Y lo digo así porque será aparentemente y es que en tu interior aun seguirá presente. Le recordarás con alguna canción, con alguna calle, algún sitio o le miraras entre la gente, o tal vez te lo traiga de vuelta su olor. Y es que hay amores que marcan, que tatúan la piel, quizás algunos que nunca dejan de doler. Otros que al recordar te hacen llorar o sonreír, pero que se quedan siempre con nosotros como parte de nuestro vivir.

Pero te aseguro que no pasarás una sola noche sin necesitar otro abrazo suyo, o tan siquiera discutir una vez más… Todos saben de qué estoy hablando, porque mientras estás leyendo esto, te ha venido su nombre a la cabeza. Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz (le sustituirás por la calma), pero les aseguro que no pasará un día en que deseen que estuviera aquí para perturbaros. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas que haciendo el amor con alguien a quien aprecias. -Paulo Coehlo

Autor: Stepha Salcas