A veces las cosas que esperas nunca llegan, viene lo inesperado y te cambia la vida.

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Recuerdo que desde chica me imaginaba con una familia, hijos, y un esposo, todo era tan perfecto que rayaba en la fantasía, imaginaba que mi pareja sería un hombre apuesto, caballeroso, con un buen cuerpo, una voz ronca y varonil, una mirada tierna y transparente, siempre honesto, siempre abierto a hablar de lo que pensaba y lo que no le parecía correcto.

Pero conforme vas creciendo te das cuenta que nadie puede ser perfecto en realidad, así que amplias un poco tus horizontes y comienzas a fijarte en cosas que consideras “más importantes”, y dentro de ese filtro comienzas a vislumbrar a tus posibles pretendientes, creemos que sabemos lo que buscamos, y de alguna manera cuando creemos que por fin lo encontramos resulta que las cosas se salen de control, lo intentas una y otra vez, y cada vez se vuelve más pesado volver a confiar, pero sabes que no hay otra manera, ¡te tienes que arriesgar!.

Después de unas cuantas decepciones parece como si te cerraras a la vida por un momento, ya no deseas soñar con esa familia, ni la casa, ni los hijos y mucho menos con el esposo, piensas que eres una desdichada y que tu destino es claramente quedarte sola hasta el final de tus días, pero de alguna manera a pesar de que no era lo que realmente querías terminas por aceptarlo y con esa resignación llega un poco de amargura, y pasa que cuando ves a una pareja besándose ya no te hace sentir esa ternura que experimentabas antaño, incluso puedes pronosticar que esa relación terminará mal sin siquiera conocerlos.

Y es precisamente en ese momento en donde ya no esperas nada, en donde haz abandonado todas las esperanzas que alguien llega a tu vida y te coge con la guardia baja, precisamente porque no es de “tu tipo”, así que nunca lo terminas viendo como una amenaza, estas completamente segura de que él jamás podría alcanzarte pero sucede, y cuando creías que no podías estar más confundida te das cuenta de que esta nueva situación supera todas tus expectativas, el destino termina revelándose ante ti como si te quitaras una venda que siempre tuviste sobre los ojos, y te das cuenta de lo equivocada que estabas, te das cuenta de que siempre buscaste en el lugar incorrecto, porque lo que querías no era lo que en realidad te hacia feliz.

A veces las cosas que esperas nunca llegan, pero viene algo inesperado y te transforma por completo, te hace entender que el amor no se busca, el amor solo se espera, y cuando te toca llega incluso aunque tu no quieras, esta es mi historia, esta fue la manera en que podría resumirse mi vida sentimental, quizás no sea tan rara como imagino, quizás alguien más vivió algo parecido y por eso la quise compartir.

Autor: Chivy