Fría como el hielo

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Todos decían que ella carecía de sentimientos. Que la ¨soledad¨ había llenado su vida de amargura y había endurecido su corazón. Es fácil juzgar cuando no se conoce la otra parte de la historia, cuando solo se puede ver la carcasa y no el interior. Lo irónico era que ¨todos¨ desconocían que ella había amado antes. Que su capacidad para hacerlo era impresionante y que inclusive deseaba volverlo a hacer; pero ésta vez, ésta vez a alguien que la amase de la misma forma en que ella sabía hacerlo.

Hay personas que dicen que el amor falla, que el amor duele y no es así. Fallan las personas y duelen sus acciones. El amor es el sentimiento más grande y puro que mueve al mundo, sin embargo existen personas incapaces de valorar dicho sentir. Ese tipo de personas se habían atravesado una y otra vez en su camino. En realidad el error era de ella, quien dejaba entrar fácilmente a las personas a su corazón sin que estos hicieran el más mínimo esfuerzo por hacerlo.

En el ayer era de esas mujeres que dan todo a manos llenas. De esas manzanas que están en lo más alto del árbol y que solía mirar como nunca era elegida, solo las que solían estar más debajo. Se preguntaba una y otra vez si algo estaba mal con ella, cuando la realidad es que no, nada estaba mal, ¡ella era impresionante! Pero su altura asustaba a todos aquellos que se acercaban. Entonces, un día decidió bajarse para ser alcanzada con facilidad y así fue. Fue elegida no una sino muchas veces. Fue de error tras error. Rasgando poco a poco su corazón. Sin embargo, después de cada fracaso continuaba situándose en la misma posición; por ello la escena se repitió tantas veces como ella lo permitió.

En sus relaciones, ella era la que conquistaba, la detallista, la que llamaba, la que buscaba y la que más demostraba. Pero el amor es de dos. No importa cuánto ame una de las partes, eso no es suficiente para mantener una relación en pie. Se necesita de dos, pues a la larga es desgastante para quien entrega todo y no recibe nada, solo migajas. Sin embargo solía ser perseverante; se entregaba completamente sin dudarlo y al final lo único que conseguía era quedar vacía y rota.

 

 

Se culpaba de ir de fracaso en fracaso. No importaban sus cualidades; si era fiel, amorosa, detallista y divertida… sus relaciones siempre terminaban iguales. Siempre elegía el mismo patrón de hombre, esos hombres que se aman asimismo  y que disfrutan del que los amen, pero no saben amar. Esos que te prometen mil cosas pero que al final del día no cumplen si quiera la más pequeña. Esos que te hacen espacio en su cama más no en su corazón. De los que no perdonan ni el más mínimo error pero que son expertos en cometer fallos. De los que se ¨enamoran¨ del exterior, pero huyen cuando conocen tu interior. Y en su última relación, cuando ella amó profundamente eso ocurrió…

Él, se enamoró de sus flores, no de sus raíces y en otoño no supo que hacer.

Cansada de tanto tropiezo, de lágrimas derramadas y de los sentimientos de culpa, creó un muro en su corazón, uno tan grande que difícilmente podría ser derrumbado. Trabajó cuanto pudo para volverse a sentir digna de volver a estar en lo más alto del árbol. Pasó incontables noches en la oscuridad de su cuarto llorando. Reprochándose una y otra vez errores del pasado.

Nunca culpó a nadie más. Ella sabía que como hay hombres que simplemente no saben amar ni valorar, hay otros que lo hacen exquisitamente. Se culpaba ella, por no darse el valor que quería que otros le dieran. Por amarse tan poco y no dejar escalar a alguien que de verdad la quisiera alcanzar.

Pasó días en vela recordando sus constantes tropiezos. El sinfín de veces que permitió que la hirieran. Las acciones del otro que pasaba por alto solo por mantener a alguien a su lado. Los días de invierno que le congelaban la piel. Los besos que repartió a quien los recibía sin merecer. La rabia que le provocaba el saberse tan poco valorada. El precio tan alto que había pagado solo por no estar sola, por creer que estarlo era malo, cuando lo malo era sentirse así teniendo a alguien al lado.

Poco a poco fue recuperando la confianza en sí misma. Aprendió que para amar hay que amarse uno mismo. Saber nuestro valor para hacérselo saber a los demás. Obtener lo que merecemos y no conformarnos con lo poco que nos ofrezcan. Aprendió que la soledad es mala consejera pero excelente amiga. Que con ella puedes descubrir tantas cosas de ti que antes desconocías. Poco a poco sanó sus heridas y se reconstruyó. Juntó pedazo por pedazo su corazón y de nuevo lo armó.

 

 

No se volvió fría por decisión, sino por elección

No había más camino, era el continuar siendo lastimada o levantar dichos muros que creó. Volvió a posicionarse en lo más alto del árbol y de ahí no se ha bajado. Sabe perfectamente que quien llegue tendrá que escalar si de verdad la quiere conquistar. Ella ya no demuestra más de la cuenta. No baja su valor para ser alcanzada. ¡Ella se quiere, se valora y se respeta! No vive en soledad y tampoco vive esperando. Sabe que en algún momento llegará aquello tan anhelado. Esa persona que le saque sonrisas. Que haga vibrar su corazón y que erice su piel. Alguien que no le cree cuentos sino que le muestre realidades. Que tenga la madurez para asumir un compromiso. Que sepa que el amor debe empezar por uno mismo y luego debe ser compartido. Alguien con quien se sienta en libertad; con quien vuele y la deje volar. Que le saque sonrisas y lágrimas de felicidad. Alguien en quien se pueda apoyar, que le preste su hombro si algo tiene que penar. Que le comparta sus deseos, sus planes y anhelos. Que la incluya en su futuro y que la tome de la mano para enfrentar el mundo.

Ella ya no baja más la guardia. Ya no expone su corazón a quien no sabe de amor. No muestra sonrisas y no es detallista si no lo merecen. No da más de lo que recibe. No se muestra como una mujer sensible. Dejó de lado los detalles. ¡Ya no se expone más! Su verdadero ¨yo¨ solo lo mostrará, con quien la logre enamorar.

En algún momento ella volverá a amar. Abrirá su corazón y se entregará completamente. Dará lo más puro de sí y será sincera, pero mientras pase ella es fría como el hielo dice la gente.

¨Ella era escarcha, pero en alguna parte del mundo se encontraba el sol que la derretiría¨

 

Autor:    Stepha Salcas