Mientras tu sepas quién eres, no tienes nada que demostrar.

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Hay momentos en los que la vida o las circunstancias nos exigen definir una postura, hay momentos en los que es clave dejarnos ver y hablar sobre lo que creemos bueno o malo, sobre lo que nos gusta y aquello que nos desagrada, sobre lo que podemos tolerar y lo que no, quizás por ejemplo en el comienzo de una relación será importante definirnos bien frente a aquella persona que esta deseoso de conocernos, y lo mejor será dejar claro que posturas e intereses tenemos, que cosas buscamos y el tipo de persona que nos gustaría tener a nuestro lado, también decir aquello que no podríamos soportar dentro de una relación.

Siempre he pensado que lo mejor con una relación es poner las cartas sobre la mesa, porque “sobre aviso no hay engaño”, y porque de nada sirve querer ocultar nuestros defectos cuando sabemos bien que tarde o temprano saldrán a relucir, es mejor tomar el toro por los cuernos y si algo va a tronar mejor que sea temprano, antes de que los sentimientos comiencen a hacerse fuertes, antes de ilusionarnos con una persona con la que estábamos destinados a fracasar desde un principio, quizás en esta situación especifica sea necesario que enfaticemos quienes somos y que queremos, y que “demostremos” que estamos comprometidos con la relación y que somos “dignos de confianza”, porque nadie quiere enamorarse de una persona incapaz de comprometerse o que no sea digno de confianza.

De ahí en más no creo que sea necesario preocuparnos demasiado por aquello que piensen los demás sobre nosotros, las personas siempre tendrán su opinión sobre los demás y algunas veces la opinión que tengan sobre nosotros no nos va a gustar, pero eso no quiere decir que tangamos que esforzarnos en cambiar su óptica sobre nosotros, no es nuestra obligación ni necesidad complacer a todo el mundo, tampoco debemos sentirnos obligados a cumplir con las expectativas que nosotros mismo no hemos fomentado en los demás, no debemos de sentir un cargo de conciencia por decepcionar a aquellas personas a quienes no les prometimos nada, ni a quienes nunca les dijimos que clase de persona somos, esforzarse en tener a todos felices es una completa perdida de tiempo, y hay que aprender a aceptar que siempre habrá personas que se nieguen a vernos como somos.

Las personas muchas veces hacen hasta lo imposible por convencer a los demás de que son de cierta forma o de que no lo son, pierden mucho tiempo y energía en algo que realmente resulta irrelevante, porque son los actos de cada quien lo que le define en realidad, en la medida en la que somos conscientes de quienes somos, en esa misma medida nos dejará de importar demostrarlo, porque son las personas que más dudas tienen sobre si mismos quienes más se esfuerzan por venderle una imagen a los demás, pero cuando se esta seguro de quienes somos, dejamos de sentir la necesidad de demostrarlo y curiosamente las personas correctas se comienzan a acercar a nuestras vidas.

Autor: Sunky